Portada  |  20 septiembre 2021

La fiesta ricotera se apoderó del Malvinas Argentinas

La presencia en el escenario de varios integrantes de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado y un cierre con canciones de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, como gran corolario de un set final en el que se versionaron varios clásicos del rock argentino y mundial, convirtieron anoche a la “Noche de Reyes” propuesta por Gaspar Benegas y Baltasar Comotto en el porteño estadio Malvinas Argentinas, en una fiesta ricotera.

Espectaculos

Los cánticos del público recordando a la histórica banda liderada por Carlos “El Indio” Solari y Skay Beilinson a lo largo de las cuatro horas de concierto dio cuenta de una expectativa que se cumplió en un último tramo que, injustamente, hizo prácticamente olvidar el resto de las performances.

Es que cuando coincidieron en el escenario Benegas, Comotto, Pablo Sbaraglia, el bajista Fernando Nalé y el baterista Ramiro López Naguil y aparecieron temas como “Nueva Roma”, “Preso en mi ciudad”, “El pibe de los astilleros” y “Luzbelito y las sirenas”, poco pareció importar al público que antes habían desfilado soberbias versiones de canciones de Los Beatles, Los Abuelos de la Nada, Pappo y Los Ratones Paranoicos.

Incluso también pareció quedar atrás la presencia de la voz grabada del propio Indio Solari cuando Sbaraglia interpretó su tema “Nada (Zippo Rock)”, y los sets de La Mono, el grupo comandado por Benegas; y de Comotto, el verdadero núcleo de esta nueva edición de la “Noche de Reyes”, la unión de fuerzas de los dos proyectos personales de los guitarristas al que desde hace cuatro años dieron en llamar “Noche de Reyes”.

En la previa, el anuncio de que esta nueva entrega iba a contar con Sbaraglia y Nalé como invitados, sumado a que en La Mono milita López Naguil, despertó sospechas sobre la posibilidad de que se produjera el reencuentro con el público de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, la banda que acompaña a Solari, luego del histórico concierto por streaming ofrecido en abril pasado.

Aunque algo de eso hubo, según reconoció el propio Benegas cuando al final habló de un “regreso gradual” –solo faltó la sesión de vientos y las voces femeninas-, el plato fuerte de la noche finalmente lo aportó el espíritu ricotero que se apoderó del lugar y se trasladó del público al escenario.

La “Noche de Reyes”, que había tenido un primer show del año en julio pasado, abrió con La Mono, continuó con Baltasar Comotto y la presentación de su nuevo disco “Empezó la cacería”, y sumó en una tercera instancia a Pablo Sbaraglia como invitado, quien contó con el grupo de Benegas como apoyo.

Finalmente, derivó en una suerte de gran zapada en homenaje al rock, que también tuvo como invitado en un momento a Gato Azul Peralta, hijo del recordado Miguel Abuelo.

Y aunque cada uno de estos pasajes tuvo sus picos y pareció llegar al paroxismo en el desfile de clásicos nacionales e internacionales, todo pareció una gran preparación para el estallido final ricotero, tan reclamado por el público.

La jornada arrancó con los tempos bajos, la distorsión y el sonido potente de La Mono, el grupo de Benegas que completan López Naguil y el bajista Lucas Argomedo, que a lo largo de una hora repasó su repertorio.

Entremezcladas con sus canciones sonaron “Tsunami”, única canción de la etapa solista del Indio revisitada en toda la noche, y “El templo de Momo”, en donde se advirtió el primer indicio de locura ricotera.

Sin embargo, un problema de sonido jugó una mala pasada y dejó trunca esta interpretación, lo que generó acaso una mayor expectativa en la gente que esperaba escuchar clásicos de Los Redondos.

Párrafo aparte para los recurrentes problemas de sonido –también los padeció Comotto, Gato Azul y Nalé- y para las malas condiciones que reúne este recinto para conciertos de rock -resulta inexplicable que se insista en realizar shows en ese lugar-.

A su turno, Comotto se apoyó en una banda integrada por Macabre en sintetizadores y guitarras; y Juan Pablo Alfieri en batería, para desplegar un arsenal sonoro con su explosiva guitarra al frente.

Más allá del marcado contraste entre el sonido rockero más tradicional de sus canciones más antiguas y el rock industrial de sus últimas composiciones, su performance mostró uniformidad y no perdió intensidad en ningún momento.

Pablo Sbaraglia echó mano a su carisma y a sus melodiosas composiciones para brindar un cálido momento que alcanzó su mayor emotividad con “Mon Amour” y que trajo por única vez la voz grabada del Indio en “Nada (Zippo Rock)”. Increíblemente, no hubo tanta euforia por esto como sí ocurriría más tarde con las canciones de Los Redondos.

Acto seguido, se sumó Baltasar Comotto con su tema “A lo mejor”, para luego homenajear a Los Beatles a través de “Helter Skelter” –en la voz del guitarrista- y “Something” –cantada por Sbaraglia-.

Paradójicamente, al final de las dos canciones de los cuatro de Liverpool fue cuando más fuerte se escucharon los cánticos aludiendo a Los Redondos, pero habría que esperar porque era el momento de recordar a Los Abuelos de la Nada, primero con “Costumbres argentinas” y luego con “Lunes por la Madrugada”, esta última a cargo de Gato Azul.

Pappo y Los Ratones Paranoicos también sobrevolaron la noche con “Sucio y desprolijo” y “Sucio gas”, respectivamente, momento en que se presentó Fernando Nalé.

Ya con los cinco fundamentalistas sobre el escenario, finalmente llegó la hora esperada, que desató la gran fiesta y con apenas cuatro canciones prácticamente sepultó en la memoria de los presentes todo lo ocurrido hasta allí.

“Nueva Roma”, cantada por Comotto; “Preso en mi ciudad”, por Nalé; “El pibe de los astilleros”, en la voz de Sbaraglia; y “Luzbelito y las sirenas”, por Benegas, pusieron el punto final.

Cuando la banda se retiró del escenario, por los parlantes comenzó a sonar “JI Ji JI” y curiosamente la fiesta pareció tener su clímax con un pogo con protocolo. Un cierre digno para una noche que se anunció de "Reyes", se soñó "fundamentalista" y terminó siendo ricotera. (Télam)

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