Portada  |  13 marzo 2020

Italia: el dramático testimonio de un médico que sobrevivió al coronavirus

Un médico relató cómo fue atravesar la enfermedad y agradeció a los colegas que lo salvaron.

Internacionales

El médico italiano doctor Angelo Vavassori, narró los días en que le faltaba el oxígeno, perdía el olfato y sentía que se estaba quedando ciego. Lograron salvarlo sus colegas, lo de él y del médico del mismo hospital Juan XXIII de Bérgamo, Christian Salaroli, que explicó cómo “todos los días debemos elegir quién se salva y quién muere”.

Al llegar al hospital hay un gran cartel escrito por manos populares que sintetiza lo que todos sienten: “Son ustedes los verdaderos héroes. Honor a médicos y enfermeras!”

El médico relató al diario “La Repubblica”: “Cuando no lograba más respirar temí no volver a ver más a mi mujer y a nuestros cuatro hijos. Hasta ese momento había curado los otros atacados por el coronavirus. He visto pacientes morir, conocía su agresividad. Pensé que también a mi me había llegado el momento de la despedida.”

El anestesista reanimador tiene 53 años y es de Treviolo. “En poca horas pasé de 15 a 40 respiros al minuto. No me entraba más aire en los pulmones. Casi no veía. Si sigo aquí se lo debo a mis colegas médicos, héroes no retóricos. En los momentos más duros me tranquilizaron. Mi historia puede ayudar a muchos a no dejarse ir en estas horas negras”.

"En Italia los reanimadores son los especialistas que están en el candelero. Tanto porque son los encargados de hacerte salir vivo de la terapia intensiva, que exige maniobras de alta profesionalidad, como por las anécdotas que circulan. Se los considera los que portan el veredicto cuando, debido a la magnitud de la crisis, en el mejor sistema sanitario de Italia (que a su vez tiene un sistema sanitario entre los mejores del mundo), la avalancha de contagiados graves ha desbordado desde el 21 de febrero a hoy la capacidad del sistema. Y sobre todo la disponibilidad de los lechos de terapia intensiva, que cuentan con los aparatos de oxígeno y todos los artilugios electrónicos para mantener con vida a los enfermos.

En el hospital me pusieron enseguida el casco Peep a presión de respiración positiva. Traté de seguir adelante sin ser sedado ni entubado. Pero era difícil, perdí el conocimiento”, relató.

El comienzo es lo más duro. En el caso de la ventilación el ruido es enorme. El flujo de oxígeno es caliente. Se suda y me sentía sofocar. Poco a poco sentí que me entraba aire. Soy un reanimador, que diariamente curaba a los contagiados y conocía sus reacciones. Esto me ayudó a resistir”.

El cóctel de antiretrovirales previstos por el protocolo dieron tiempo a los anticuerpos a englobar y bloquear el virus antes que comprometiera los pulmones. Los remedios absorbieron el virus muerto y los anticuerpos”.

“Después de dos días en los que estuve ausente. En mis sueños advertí que los médicos y las máquinas me daban oxigeno y me hidrataban. El tiempo se concentra en un instante. Esta aceleración cancela el pasado y el presente, el confín entre la vida y la muerte”.

El médico que vivió para contar la terapia intensiva por dentro, se encuentra actualmente en una cama de terapia intermedia, en el sector de gastroenterología del hospital, que ha sido reconvertido para atender la avalancha de contaminados por el Covid-19. “Cerca mio están mis enfermos, sorprendidos que me haya transformado en uno de ellos”.

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